Como no puede ser de otra manera, he seguido muy de cerca el caso de la nena musulmana que se la apartó de clase de un instituto madrileño por llevar el velo islámico al ir en contra de sus estatutos. Y no he perdido detalle principalmente porque en esto nos jugábamos bastante.
La susodicha no ha parado de alegar que lo llevaba como acto de sumisión a dios, que el pañuelito le reafirmaba su identidad como musulmana y que su progenitor no la había obligado a ello, que era ella sola contra el mundo con su pequeño acto de rebeldía. Y posteriormente han ido cinco estudiantes más que se han solidarizado con el trauma que le supone a su compañera esa discriminación. Vamos, más madera.
Lo que se ha visto en estos días es un retrato de la sociedad española: un tira y afloja en el que el ministro giliprogre del ramo apoya a la muchacha, Aguirre dice lo contraria, y un centro escolar que se ve en el centro del huracán con enormes presiones para ceder a las exigencias musulmanas. Exigencias, sí, de niñas nacionalizadas españolas, que dentro de poco podrán votar en las urnas, que no han venido a Europa a adaptarse en la sociedad que tan bien las acogió: vienen desafiantes a imponernos a los demás su cultura.

Por ahora el colegio se mantiene firme en su negativa de cambiar los estatutos y manteniendo la prohibición del velo, pero con la ingente inmigración de la última década nos quedan muchos órdagos que ver y bastantes desafíos que afrontar. Hay demasiados intolerantes exigiendo tolerancia.
PD: recomiendo echar un vistazo a un post antiguo pero que, por desgracia, siempre estará de actualidad: el fanatismo de las musulmanas conversas españolas.
Lo que se ha visto en estos días es un retrato de la sociedad española: un tira y afloja en el que el ministro giliprogre del ramo apoya a la muchacha, Aguirre dice lo contraria, y un centro escolar que se ve en el centro del huracán con enormes presiones para ceder a las exigencias musulmanas. Exigencias, sí, de niñas nacionalizadas españolas, que dentro de poco podrán votar en las urnas, que no han venido a Europa a adaptarse en la sociedad que tan bien las acogió: vienen desafiantes a imponernos a los demás su cultura.

Por ahora el colegio se mantiene firme en su negativa de cambiar los estatutos y manteniendo la prohibición del velo, pero con la ingente inmigración de la última década nos quedan muchos órdagos que ver y bastantes desafíos que afrontar. Hay demasiados intolerantes exigiendo tolerancia.
PD: recomiendo echar un vistazo a un post antiguo pero que, por desgracia, siempre estará de actualidad: el fanatismo de las musulmanas conversas españolas.