Las veces que he estado en Barcelona, que tampoco han sido muchas, siempre me he llevado la sensación que la sociedad catalana estaba en un plano paralelo con respecto a la que yo procedo. Era triste, pero en cierto sentido, podría definirlo como el sentirte extranjera en tu propia país: el metro y las señales de tráfico en catalán, todo el rato corrigiendo para que te hablaran en castellano, y un largo etcetera que daría para otras entradas de este blog.
Una sociedad paralela donde las quijotadas son la política del día a día: la iniciativa para prohibir los toros camuflada en defensa de los animales cuando es simplemente rechazo a la cultura española y a todo lo que huela a ella; o la última de los radicales de ERC que quieren crear tres provincias más, para multiplicar el gasto público y colocar a más hermanos, primos, sobrinos, cuñados y resto de parásitos, y así formar siete veguerías en añoranza a los tiempos medievales.
Y lo triste de todo es que según transcurren los años los hechos se agravan, van a peor, y los políticos de turno no quieren ponerle ningún tipo de freno; al fin y al cabo, el nacionalismo se ha convertido en una forma de vida, y de maná, y su fin conllevaría el ocaso de muchos estómagos agradecidos.
Pero hoy no quiero pensar más en ello, ni en más quijotes, demagogos, chupópteros ni sucesos similares. El 2010 está diciéndonos hola mientras el 2009 se despide disculpándose por haber sido un año tan nefasto, horrible y catastrófico. Así que esta noche, después de las uvas, de los brindis con cava valenciano y de las felicitaciones por doquier, cerraré los ojos pensando que otro año más y qué bueno estar aquí para verlo. Y con todos ustedes.

Feliz 2010.
PD: después de las uvas viene un campeonato con el guitar hero en el que lucharé por un decente segundo puesto...
