Hace muchos años, un amigo y yo discutíamos sobre modelos urbanísticos y el tipo de ciudad en la que nos gustaría vivir. Él exponía que le agobiaba un prototipo como pudieran ser Benidorm y Torrevieja donde sólo se veían bloques enormes de hormigón y te sentías como una hormiga; yo le contestaba que por mucho que el impacto paisajístico fuera intolerable en esos casos, era más sostenible que la ciudad tipo unifamiliar: está comprobado que el consumo de recursos es más elevado en este tipo de vivienda y la densidad de población es mucho menor. En definitiva, ocupan más espacio menos personas.
Y he recordado esta vieja conversación cuando me topé con esto el otro día:

Es un reportaje de fotografías aéreas sobre la expansión urbana en USA. No obstante, no hace falta irse tan lejos para saber que la burbuja inmobiliaria y la conciencia del español de invertir en ladrillo, ha provocado el aumento a lo tonto de muchas ciudades, el gasto más innecesario de recursos que no podemos derrochar , sirva de ejemplo el agua en este país, y que ahora tengamos barrios y urbanizaciones fantasmas.
Y yo lo único que pediría, si es que acaso estoy en posición de socilitar algo, es que hubiese alguna persona en la administración de turno que no tuviera en mente únicamente el símbolo del euro a la hora de expandir las ciudades, sino también que algo bueno deberemos dejar a nuestros hijos.
No sólo calles desiertas llenas de hormigón.