Con cierta asiduidad, soy testigo de una reunión de mujeres de unos cincuenta y sesenta años que quedan todas las semanas a tomar café en el mismo sitio para contarse sus historias, hablar de su familia, ropa, marujeo o de lo que les dé la real gana. Yo las observo y pienso que ya me gustaría estar así a mí a su edad, pero eso ya es otra historia.
Una de ellas, siempre se suele retirar un poco antes de la cafetería alegando que le tiene que hacer la comida al niño que sale del colegio. Yo, tonta de mí, pensé que era una de esas abuelas que le tocaba aguantar a sus nietos; que ya a las puertas de la vejez soportaban criar más niños debido a que las mujeres nos hemos incorporado de pleno al mercado laboral. ¡Qué equivocada estaba! El niño en cuestión era un hombre hecho y derecho de unos treinta y cinco cuarenta años que es profesor de ese colegio: su hijo.

Después de mi descubrimiento, pensé que de qué me iba a extrañar. La media de los países del sur de Europa a la hora de independizarse sus jóvenes es de más de treinta años (y....). Sumado lo díficil que es incorporarse al mercado laboral en época de crisis, los precios de la vivienda tanto de alquileres como de venta que están por las nubes, y a que el estar en el paro en estos días ( o ser mileurista) no le hace a uno la persona más intrépita del universo, el número de "mammoni" se incrementa de manera exponencial y hasta ha llegado a los países anglosajones.
Algunos padres de esa edad siempre me han comentado que se consideran a sí mismos la generación alfombra: pisados por unos padres que la postguerra les hizo intransigentes, duros y de armas tomar a dejarse pisar por sus propios hijos en un intento de darles todo lo que ellos no tuvieron. No sé si tendrán razón, pero lo que sí es cierto es que este es un tema en que más de uno deberíamos reflexionar. A lo mejor no estamos haciendo del todo bien las cosas.
Algunos padres de esa edad siempre me han comentado que se consideran a sí mismos la generación alfombra: pisados por unos padres que la postguerra les hizo intransigentes, duros y de armas tomar a dejarse pisar por sus propios hijos en un intento de darles todo lo que ellos no tuvieron. No sé si tendrán razón, pero lo que sí es cierto es que este es un tema en que más de uno deberíamos reflexionar. A lo mejor no estamos haciendo del todo bien las cosas.